Bajo mi perspectiva, el tiempo es el mismo para todos, pero no el nivel de conciencia. Cuando uno quiere de verdad y está completamente centrado, el tiempo se saca para lo que realmente es importante. Si bien nuestro tiempo y energía es algo limitado, cuando alguien dice que no tiene tiempo para algo es porque en el fondo no le interesa, porque hay personas que están plagadas de tareas que ellas mismas crean y en las que ellas solas muchas veces se meten, pero si surge algo que les interesa mucho, mueven cielo y tierra y abandonan transitoriamente o totalmente todo lo demás para sacar tiempo. Todo esto se debe a la falta de conciencia, de claridad y de foco.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay.
La falta de tiempo como excusa
Por ejemplo, a lo largo de quince años, ocasionalmente he encontrado por la calle a una chica con la que yo estudiaba en el instituto. Por aquel entonces cuando rompió con el chico con el que estaba se apoyó muchísimo en mí.
Al poco conoció a otro chico y a día de hoy lleva quince años con él. Por aquel entonces me dijo de quedar para tomar un café y le ofrecí un día y una hora concretos a los que nunca respondió.
Al poco ocurrió lo mismo y yo simplemente me retiré. Cada vez que me encuentra, me dice de quedar para tomar un café.
Y yo le digo: «De acuerdo, ¿cuándo? Porque luego nunca cumples tu palabra. Yo no obligo a nadie, eres tú la que lo propone».
A lo que ella responde: «Es que no tengo tiempo».
Y ese mismo día me comentaba que volvía con su pareja de estar en casa de unos amigos. Hace muchos viajes y permanece horas atrapada en Facebook.
Como ella, hay millones de personas que carecen de voluntad, propósito y palabra, y que «priorizan» según sus intereses, lo cual me parece muy bien. Suele ser lo común acorde a esos niveles de conciencia.
Sin embargo, son las típicas personas que se quejan en cuanto luego no estás disponible para ellas en cuanto se quedan solas, ya no tienen pareja o recursos para poder viajar y llenar ese vacío. Obviamente, uno deposita energía tiempo y recursos en aquellas relaciones en las que hay una reciprocidad y una nutrición, lejos del egoísmo.
La alegación de la falta de tiempo es una excusa para justificar la falta de interés y la falta de organización, y por lo tanto de elección de tareas en lo que es realmente importante. Uno es responsable de uno mismo y de crear y responder por las situaciones que llegan a nuestras vidas.
No se puede comparar y cada uno tiene su proceso de evolución, pero cuando digo que todo esto son excusas quiero decir que yo he tenido incontables obstáculos, de movilidad y recursos y nada de eso me ha impedido hacer la gran cantidad de cosas que he hecho, ya sea importante para los demás o no, me reconozcan o no, pero yo misma reconozco la fortaleza que he tenido que sacar y no he puesto excusas al tiempo, a la fatiga para dejar de hacer lo que es importante y para apreciar a las personas conmigo misma por encima de todo.
Para la mayoría de las personas que aún no han comprendido esto, resulta tentador rechazar lo que aparentemente «no interesa» cuando «tienes pareja, trabajo, dinero y recursos», de la misma manera que también resulta tentador aceptar lo que aparentemente no interesaba cuando se «pierde» todo eso y se agarran a lo que sea con tal de no estar solos.
La mayoría de las personas sólo presta atención y se da cuenta de lo que es realmente importante cuando pierde todo aquello que realmente no era importante pero creía que sí. Resulta curioso ver cómo muchísimas personas nunca tienen tiempo para nada, pero si se trata de algo que llevan esperando muchísimo tiempo son capaces de cancelar todo para elegir eso.
Es lo mismo que ocurre repetitivamente y hasta el hastío todos los años después de Navidades. Lógicamente hay muchas personas que no disponen de recursos e intentan durante las Navidades ser cautos con las finanzas.
Pero, ¿cuánta gente vemos de la siguiente manera, dormida año tras año en el mismo letargo de baja conciencia? Es decir, personas que llevan todo el año quejándose de que no tienen dinero, pero durante las Navidades o las vacaciones sacan dinero de lo invisible y de la forma que sea, para gastarlo en comida, lotería, viajes, salidas, escapadas y regalos que no pueden pagar, para justificar el porqué el resto del año «están sin dinero».
Cuando uno no tiene recursos ni para pagarse una manzanilla, ni la puede pagar en navidades ni la puede pagar el resto del año. Si de la misma forma que uno puede lograr recursos para una fecha en concreto, tal vez sea cuestión de ajustar prioridades y ver por qué no puede hacer eso mismo el resto del año y de una forma más consciente.
Del mismo modo ocurre con las opciones y el tiempo. La necesidad de sentirse halagado o halagada ante gran diversidad de opciones sólo es un juego del ego.
Recuerdo haber leído un pasaje sobre la vida de Freddie Mercury. Cuando empezó a tener éxito, y previo a tener éxito, y mucho antes de descubrir su orientación sexual, él estaba con Mary Austin como pareja. Cuando comenzó a ofrecer conciertos y a tener éxito, en una ocasión, bajó del escenario tras un concierto y se vio rodeado por muchísimos fans. Mary Austen se retiró al ver que él tenía nuevas personas en las que centrarse. Sin embargo, Freddie salió de todo el montón de gente y fue a buscar a su novia, y le dijo «¿A dónde vas?». Los proyectores somos así. Las personas con mayor conciencia y respeto por las personas somos así. No importa todo lo que se mueva ahí afuera mientras tengamos claro el aprecio por nosotros mismos y por cada una de las personas que llegan a nuestra vida. Nadie merece ser tratado como un cartucho desechable.
¿Qué quiero decir con todo esto? Cuando realmente tratas a las personas con amor y por quienes son, en lugar de como objetos desechables que se pueden cambiar según la necesidad propia de placer, cuando hay enfoque y apreciación por una situación o persona, o por varias de ellas, uno nunca las ve como a opciones, sino como a seres humanos que merecen respeto, de la misma manera que nosotros merecemos un respeto también.
Bajo mi perspectiva, me importan las personas, pero obviamente no podré relacionarme con los millones de personas de este mundo. Pero no puedo ver a las personas como opciones, sino como a seres humanos, con sus dones, defectos y sentimientos.
En el pasado fui tratada como opción, así que la opción que yo elegí en ese momento es optar por no andar el mismo camino que las personas que están en el mundo de las opciones. Prefiero seguir el camino de las personas que se tratan con dignidad.
Cuando realmente aprecias a las personas, te da igual si estás rodeado de millones de personas que nunca dejarás atrás a las personas que amas (a no ser que ellas quieran dejarte atrás a ti). Si bien esto no viene mucho al caso pero sí que influye, al igual que yo Freddie Mercury era proyector. Mary era manifestadora y aún así se retiró. «Tener» opciones es una ilusión del ego que necesita tener a muchas personas ahí a las que no hacer caso para engrosar un ego desmedido y poco consciente. El ego es constructivo si sabemos redirigirlo bien. La mayoría de personas sataniza al ego y el ego tiene una función muy sana si se canaliza bien, y es de la forma que estoy exponiendo.
La contemplación de la falta de tiempo y detener opciones obedece a niveles muy bajos de conciencia, y va muy unido a la falta de empatía. De hecho, la falta de empatía con uno mismo conduce a la contemplación de la falta de tiempo y de la gran cantidad de opciones ante las que elegir.
La cuestión es que estas personas abusan tanto de esa falsa visión, que cuando el cuerpo decae y no responde igual son presas de las acciones que en el pasado ejercieron con otros y son estas personas a las que nadie quiere por «falta de tiempo» y por «tener opciones mejores».