Forma parte del camino.
De forma reiterada.
Y muchos huyen.
Sólo se quedan en el camino de la presión justa y necesaria quienes no tienen más remedio. Hasta que comprenden que quedarse tampoco es tan malo. Y se dan cuenta de que pueden seguir aunque no haya tanta presión.

Imagen diseñada por mí con Inteligencia Artificial. Programa Copilot, de Bing (Microsoft)
Hay respiros. Y también, momentos bajo dura presión, que parecen no acabar, y convertirse en años…
Dicen que el ego se asusta, pero es que al final hay que pasarlo. Y el ego forma parte, amorosamente de nosotros. También amarlo dejando que nos acompañe forma parte.
Los momentos de alivio, cuando llegan, hace que todo nos vuelva a parecer tan fácil… E incluso en esos momentos no conseguimos explicarnos cómo es que todo ha «tardado tanto» en llegarnos y ha sido tan difícil; cuando en ese momento de «alivio» al fin, todo parece tan fácil. Y hemos olvidado todo el camino atrás ante la felicidad que sentimos. Pero no, en el fondo, no lo hemos olvidado.
Nos preguntamos entonces dónde estaba escondida aquella cantidad de oportunidades que estuvieron ocultas durante todos los años de escasez y de presión. Es lo que ocurre con los momentos de alivio. Todo lo contrario que ocurre con los momentos de presión. Extrema.
***
La semilla empieza a verse poco a poco enterrada bajo tierra, en la oscuridad, y todo parece ahogar. La presión, la oscuridad, la humedad, el frío, la soledad, el aislamiento, las capas de densidad, los canales de agua, los bichos, la falta de espacio… empiezan a hacer de las suyas y se acercan a la semilla, buscando alimentarse de ella, que absorbe todo ello a su paso. Todo eso, y una masa y grueso muro horizontal de tierra impide que la Luz llegue (directamente), mientras ella se nutre de toda esa presión a la vez.
No importa cuánto hagas… No puedes escapar… Y crees que algo malo en ti te ha hecho ser «castigado» para estar ahí. Pero no hay nada de malo en ti. Ni tampoco es tu «ley de atracción» que te lleva a ser enterrado. Sí hay una Ley. Más abajo te hablaré de ella.
La semilla empieza a romper y a rasgar su envoltura, para salir desesperadamente de sí misma, en busca de ayuda y de una vida mejor, mientras nunca renuncia a su esencia de semilla de Amor que puede convertirse en cualquier cosa; y avanza aún más en búsqueda de agua y de Luz, en medio de tanta presión que le impide tener «un espacio propio». Y bajo extrema desesperación, comienza a desplegar los brazos en busca de Luz y de ese espacio: sus raíces crecen.
Es lo que pasa con las semillas que no tienen espacio. Permanecen un tiempo que les parece interminable echando raíces, hasta que construyen sus propios brazos, sus raíces, y éstas son lo bastante fuertes como para poder traspasar todas las capas de densidad de la existencia, mientras su propio peso de encarnación las va hundiendo cada vez más hacia abajo y parece que nunca se traspasa la barrera terrestre que te hace llegar hasta la Luz y tu espacio donde no hay presión, donde hay Luz, oxígeno y agua pura.
El peso de la encarnación según vas conectando con tu Ser puede llegar a hacerse insostenible e insoportable, asqueroso y pesado, denso, de ser habitado en un cuerpo.
La desesperación se juzga incluso por aquellos que se creen iluminados. Pero la desesperación, las angustias, las ansiedades, las sensaciones de «pérdida de control» y de volverse loco por sentir que no se puede soportar ni un suspiro más de ese camino (que nos hace creer que es oscuro), las culpas de lo que se pudo haber hecho mejor y no se supo hacer mejor, los «retrasos»… Absolutamente todo eso, también forma parte.
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El conductor no nace. ES. Siempre lo ES. Pero además, SE HACE. Y según se va haciendo, recuerda quién es.
Cuando recuerdas de verdad quién eres, ya nunca lo olvidas.
Ni siquiera de una encarnación a otra. Es más, si lo recuerdas bien, ya no necesitas «regresar».
No necesitas volver a «NACER» porque ya «ERES».
Vuelves, aquí a conducir tu tren, para ti y para todos, sólo si lo eliges.
Pero ya no lo necesitas.
No necesitas «volver».
Vuelves aquí porque tú quieres.
Es necesario haber soportado muchísimas presiones, tantas hasta volverte loco que al final te das cuenta de lo muy cuerdo que eres, para llegar a entender esto.
No hay nada malo en ti que te haya llevado a estar enterrado. No hay leyes de atracción. Pero aquí yo sí lo resumiría en una única LEY: por más que como humano luches, tu Ser sabe lo que hace, aunque tú no sabes ni comprendes nada en ese momento. Tú, tu Ser te está llevando ahí.
No importa cuánto te asustes o pienses que estás siendo completamente desamparado y castigado.
Cuando has ganado tu espacio, donde tú mismo eres tu propia fuente de Luz, y además te das cuenta de eso, entiendes que, siendo una semillita en el pasado, de no haber sido por toda esa presión y oscuridad nunca te hubieras convertido en un conductor fuerte. No era «mal de ojo». No era «mala suerte». No era la famosa «ley de atracción» que te hacía «atraer cosas y personas malas». No.
Es tu Ser que te ha llevado a darte cuenta de que simplemente porque sí, tienes que pasar por todo. No hay nada malo en ti. Nunca lo hay. Es que sencillamente simplemente tienes que pasar por todo, antes de comprender todo. Si no lo pasas es muy difícil que lo comprendas, y lo sientas; y que además lo comprendas y lo sientas en otros.
Es como el bebé que está en el vientre materno, pasa por el estrecho canal del parto, para después estar «dormidito» en la cuna, para después empezar a estar «despierto», comenzar a sentarse, a tomar la responsabilidad de estar de pie, posteriormente a caminar un pasito tras otro, y después a correr.
Y después a frenar.
Y después a aprender a saber cómo y cuándo correr.
Y después a aprender a ver cómo y cuándo frenar. Y finalmente aprender a ver cómo y cuándo caminar y a qué ritmo.
¿Se preguntaría un bebé que está atrayendo cosas malas sólo porque está pasando por la dificultad de pasar por el canal del parto? A veces la inconsciencia inconsciente tiene sus cosas buenas porque permite avanzar sin resistencia y de forma natural.
¿Acaso no entendemos que son fases que todos debemos pasar?
¿Por qué rechazar entonces la experiencia de ese sentir, cuando ya vamos comprendiendo de qué va esto?
No habrías visto lo fuertes que podrían llegar a ser capaces de crecer tus raíces, tus brazos, tu cuerpo, de no ser por eso. Y lo mucho que puedes hacer aquí.
Mientras eso no ocurra, no estarás listo para que se te ponga un tren delante y empieces a conducir de verdad.
El tren se cruza en tu vida, cuando menos lo esperas y cuando estás listo. Aquí el conductor te lo puede decir 🌹❤️ Literal. Así es.
La semilla no empezó de cero. Cuando fue enterrada ya había traspasado muchas más capas de densidad, después de haberse convertido en un fuerte árbol de grandes raíces y ramas «pasadas». Empezar de cero también forma parte. Pero nunca empezamos de cero. Sólo en el mundo material, y a veces. La evolución nunca se detiene. Y hay momentos en que el hecho de saber eso hace que el alma se te caiga al suelo… de agotamiento. Y otros en que el hecho de seguir sabiendo eso hace que tu nivel de Amor y elevación se conserve siempre como esa semilla que sigue viva dentro de tu corazón, y que nunca dejó de ser ella misma ni perder su esencia, sólo que desde ese Amor que germina y brota constantemente, aprendió a desplegar unos brazos tan fuertes que le permitieran crear un mundo de Amor que todavía muchos no alcanzan a imaginar que es posible. Así nació y se hizo Ebael en mí.
Pero hay que soportar la presión, cuantas más ganas tendrías de dar media vuelta. Pero sabes que no puedes volver.
Ya nunca puedes volver.
Ya nunca es como antes.
Nunca lo será.
Y nunca lo es.
***
Hay presiones que no hay que buscar. Pero también hay presiones que no hay que rechazar si quieres que tus brazos y tu espalda estén fuertes para soportar las cosas que has de hacer, y para las que estás listo.
Y en el fondo te das cuenta de que tú siempre has sido el mismo o la misma.
No, no digas que has cambiado.
No digas que nunca vuelves a ser el mismo.
Siempre has sido el mismo.
La diferencia es que tú no te habías dado cuenta.
La diferencia es que tú no sabías quién eras.
La diferencia es que tú no sabías lo fuerte que ERES.
Pero siempre eres semilla, raíz, y los brazos que se despliegan más allá de la densidad de las guerras y el odio del mundo, para con tus brazos desplegar el Amor a través del aire en busca de una Luz que, llegas a darte cuenta que eres tú mismo.
Es en la oscuridad y bajo presión, donde recordamos quienes somos. No buscamos la Luz. Somos la Luz. Porque ese GPS interno luminoso llamado «Alma» que tenemos es el que nos permite conducirnos hacia la luz exterior.
Si no tuviéramos la capacidad de iluminarnos en pleno túnel, no podríamos hallarla fuera. Esa es nuestra grandeza, y «al principio» sólo hay una forma de lograrlo:
BAJO PRESIÓN 🔥
El conductor ❤️🌹