Son las 2:22, y no puedo dormir.
¿Tienes ansiedad, o estás preocupado o preocupada por algo?
Voy a intentar ilustrarte.

Todas las imágenes están diseñadas por mí con Inteligencia Artificial. Programa Copilot, de Bing (Microsoft)
Confrontar un desafío
Constantemente muchos dicen que hay que «salir de la zona de confort». Pero para salir de la zona de confort, hay que haber estado en ella 😉
Cada vez que paso por un desafío, o el cúmulo de muchos (cosa que ocurre casi a diario, no porque no vibre alto, sino porque soy consciente de que el Cosmos me pone «sus» pruebas, que en el fondo son mis propias pruebas, para fortalecerme) intento no olvidar algo que quedó grabado a fuego en mi mente, en mi corazón y en mi Alma.
Ocurrió hace exactamente veintisiete años. Yo tenía nueve. Mi hermano había nacido en marzo, y llevaba cuatro meses metido en una incubadora. Justo este mes, hace 27 años que llegó a casa desde el hospital, desde la incubadora.

Mientras él se debatía entre la vida y la muerte, un grupo de enfermeras bastante veteranas, empezó a hacer algo que cuando yo nací no se hacía, ya que yo pasé por un proceso muy parecido al de mi hermano, también cuando nací. Cuando los bebés prematuros tenían el cuerpo medio formado, los sacaban de las incubadoras durante períodos cortos y alternos, para que empezaran a desarrollar y entrenar los pulmones, y respirar por sí mismos, sin depender de ningún tipo de ventilador (máquina que está en las UCIs de adultos, y en las UCIs pediátricas para insuflar aire y oxígeno a las personas cuando no pueden respirar por sí mismas).
Mis padres y yo íbamos a verlo todos los días. Y en el pasillo, detrás de la cristalera desde donde lo podíamos ver, yo me encontraba con mi abuelo paterno, que falleció hace justo 12 años, este marzo. Mi abuelo y yo veíamos a mis padres y a mi hermano desde fuera.
Por aquel entonces, y totalmente ajena a todo esto de la Ley de Atracción y las Leyes Espirituales, no podía evitar mirar hacia el pasillo, e imaginar a mi hermano tal cual como estaba, caminando por el pasillo. Yo diría que funcionó. Porque lo hice todos los días.
Con el tiempo, empezó a recuperarse, y me permitieron experimentar uno de los momentos más felices de toda mi vida hasta hoy: las enfermeras y los médicos (menuda paradoja, porque al final con el tiempo, yo terminé siendo uno de ellos) me permitieron entrar a una pequeña sala que había dentro de la UCI pediátrica, sentarme, y poder cogerlo en brazos.
Esa fue la primera vez que cogí a un bebé, y la primera vez que cogí a mi hermano. Había estado años pidiendo un hermanito. Les sorprendió porque no tenía miedo al cogerlo, y porque parecía que lo hacía con mucha facilidad, como si siempre lo hubiera hecho. A día de hoy, sé que la base de mi propósito está ahí, y por eso hago todo lo que hago. Porque pienso en todos los bebés del mundo. Y eso incluye a todos los seres humanos a lo largo de la Historia, a los presentes, y a los que están por llegar, porque todos hemos sido bebés. Tal vez me equivoque, pero mi Alma me guía, y sé que algún día acabaré con un bebé entre mis brazos, aunque a día de hoy las circunstancias apunten hacia todo lo contrario, de la misma manera que las circunstancias apuntaban a que mi hermano y yo moriríamos en una incubadora.
Recuerdo los ojitos que me ponía, y cómo se reía cuando me miraba, y yo lo miraba a él. Sabía que aunque no estaba consciente, su Ser me estaba viendo. Creo que es la experiencia más amorosa, bonita, y más cercana al mundo espiritual que he tenido jamás. Y he tenido muchísimas. Y las recuerdo.
Creo que las enfermeras no sabían realmente lo que estaban haciendo dejándome entrar allí, ellas no sabían en quien yo me iba a convertir.

Si bien todos estaban aterrados, creo que había una parte de confianza en ellos. Y creo que yo no era del todo consciente, porque para mí era lo normal, porque era lo único que había visto; así que yo no tenía el miedo que tenían mis padres o el resto de adultos. Para mí, nacer prematuro era lo normal, porque yo también había nacido así. La parte buena de eso, es que no tienes miedo. Resultó muy rocambolesco que en medio de una situación de terror y de pánico porque él podía morir, hubiera también muchísimo amor y muchísima confianza, cogiéndole en brazos, como si nada. Como si eso fuera lo más normal del mundo. Sentí un nivel de vibración tan alto que no cabía en mí ningún espacio para el miedo. Ni siquiera me planteaba que él pudiera morir.
Cuando yo nací en 1987, había menos medios y mucho más miedo. No existía el «método canguro», que consiste en ir sacando poco a poco al bebé a periodos cortos, y colocarlo en el regazo de la madre para que sienta el contacto físico, y se salve. «Gracias al cielo», y a nosotros los humanos lúcidos, este método se empezó a utilizar cuando él nació, pero no cuando yo nací. Muchos bebés murieron en las incubadoras. A mí se me paraba el corazón todos los días, durante cuatro meses. Mis pulmones estaban sin formar, y al igual que mi hermano, todavía no habíamos llegado al mes de embarazo donde el cuerpo genera un tensioactivo y surfactante pulmonar que ayuda a que los alveolos pulmonares se expandan para poder respirar. Es una especie de lubricante natural que tenemos todos los humanos y que nos ayuda a respirar. Mi sistema digestivo estaba totalmente coagulado y por eso estaba al borde de la muerte también. A nivel digestivo, a nivel cardíaco, a nivel pulmonar, todo… Me tenían que coger vías en la cabeza, y los dos estábamos rodeados de cables y de máquinas por todas partes.
Que no te extrañe el título de la novela: «Máquinas de Amor».
Más de uno relacionará fácilmente eso con mi «propósito» en este mundo.
Al igual que mi hermano, tampoco yo estaba formada, y tuve que tirar de Alma y de Ser para poder materializar mi propio cuerpo, ya entonces.

Por eso, muchas veces intento tranquilizar a la gente, y a los energéticos, que tienen mil veces más fuerza material que yo, pero también se asustan mil veces más que yo. Si mi hermano y yo, siendo proyectores y seres no energéticos, hemos podido llegar hasta aquí, el resto lo tiene infinitamente «fácil».
En aquel momento, mi hermano era tan pequeñito que cabía en la palma de la mano de mi padre, y sobraba. Igual que cuando yo nací. No llegábamos al kilo de peso. Un paquete de arroz pesa más que nosotros en aquel entonces.
Como anécdota graciosa puedo contar, que a mi hermano y a mí nos pasaba (pero especialmente a él) que le tenían que poner el tamaño más pequeñito de pañales que tenían, y aún así tenían que cortárselo con las tijeras por la mitad para que no le viniera de diadema o de carpa de circo 😂😂😂
Cuando mi hermano nació prematuro de 5 meses y medio como yo (aunque yo llegué casi a los 6), llegó a casa después de estar 4 meses en una incubadora, del mismo modo que yo tuve que hacer, mis padres tenían que administrarle aerosoles varias veces al día para abrir sus alveolos pulmonares, y hacerle varios ejercicios de drenaje y de gimnasia para que pudiera respirar, mover los brazos y aguantar sentado. Si no se le hacía eso todo el tiempo, moría literalmente. Porque no podría respirar. Tenía que estar enchufado a un pulsioxímetro, que es una máquina que mide el nivel de saturación de oxígeno en sangre, y lo tenía conectado al piececito. Sólo se le podía poner ahí de lo chiquitín que era. Yo controlaba esa máquina todos los días. Tenía que estar atenta a que la saturación de oxígeno no bajara del 90% en sangre.
Cuando a los 17 años empecé en hospitales, ¡ya tenía parte del camino hecho!
Yo lo veía todos los días y me impactaba cada vez que mis padres tenían que hacerle la fisioterapia respiratoria. Si yo hubiera sido adulta en aquel entonces, y hubiera podido aplicarle todas las terapias que sé, se hubiera recuperado mucho antes. Pero yo estaba inmadura, igual que él.
Cada vez que mis padres le ponían los aerosoles y le hacían el drenaje (lo que se llama «clapping»), mi hermano chillaba y gritaba como un loco, moviendo sus delgaditos, morenos y peluditos brazos (típico en muchos bebés prematuros) intentando apartar los aerosoles, y buscando apartar las manos de mis padres que intentaban salvarlo. Pero él, siendo un bebé, no sabía, no entendía, se agobiaba y sentía que se ahogaba con los aerosoles y los brazos de mis padres. Porque estaba sufriendo. Los pulmones no estaban hechos y le hacía mucho daño hacer fisioterapia respiratoria cada vez que mis padres le estiraban los bracitos para que él se levantara solo haciendo fuerza con la espalda, siendo solamente un bebé. Su cuerpo estaba delgado y flojo. Eso era lo que lo estaba ayudando. A mis padres se les saltaba las lágrimas, y yo lloraba, pero confiaba mucho en su fuerza, y en la nuestra.
Como anécdota diré, que cuando se hizo un poquito más mayor y tendría algo así como un año, y ya podía sostener el chupete con la boca estando acostado en su carrito, le metía unos «viajes» y unos chupetazos al chupete, que no controlaba, y sin querer lo lanzaba al suelo con muchísima fuerza (es lo que tiene haberlo pasado mal y ser proyector, que uno al principio no controla «su fuerza»). Todos nos pasábamos el día recogiendo y lavando el dichoso chupete 😭😭😭🤗😅😅🤣🤣🤦😅
Siempre era una buena opción para hacer deporte 😂
Ha pasado 27 años, y todavía retumba en mi mente el aterrador sonido de sus gritos, que nos partía el Alma a todos; pero aún cuando como ahora, entre llantos porque también tengo miedo a veces, vuelvo a aquella escena, y le veo ahora, mi fe cada vez se fortalece más. Si cabe.
Al igual que me pasó a mí, mi hermano ha dado un salto…
Por eso mi fe es grande, incluso en los desafíos.
PRECISAMENTE EN LOS DESAFÍOS.
La mayoría de personas que nace de 9 meses y «sin problemas», está mucho más fuerte materialmente, pero como ha dado tiempo a que el Alma se meta de lleno en el cuerpo y el vientre materno, le da tiempo a olvidar…
Eso no ocurre cuando naces prematuro, y más en el límite de viabilidad. Cuando naces lo más pronto viable para que el cuerpo viva y el Alma se aloje en él, tu cuerpo no está fuerte porque no está formado, pero tu Alma no ha tenido mucho tiempo de estar en este plano, así que no «olvidas»… Y recuerdas espiritualmente.
No olvidas fácilmente quién eres, y traes información del plano espiritual para compartirla con los demás, que han olvidado, y que no pueden ver con la misma facilidad que tú…
Puedes darles el chivatazo a los compañeros de ruta, pero claro, ¿ahora comprendes la dificultad para desenvolvernos materialmente, a diferencia de los que nacieron «bien»?
Ser proyector se suma…

Pero al Alma y al Ser, no les preocupa nada de eso, porque somos mucho más que lo que nos condiciona, por fuerte que sea.
Y eso es lo que hay que usar a nuestro favor.
A veces, cuando tenemos miedo y nos asustamos por cualquier desafío, angustia o problema que tengamos que nos provoque muchísimo miedo y ansiedad, sea durante más o menos tiempo, nos pasa un poco como le pasaba a mi hermano, y como me pasaba a mí. Pensamos que el Cosmos es un hijo de la gran p… y que no nos merecemos eso.
No estoy hablando de que tengamos que ir a buscar los problemas, pero a veces aunque no lo veamos, las circunstancias más difíciles que podamos estar pasando nos están entrenando para algo muy grande.
¿Por qué lo sé?
Por mí. Porque si yo, que soy proyectora y nací casi sin cuerpo, al igual que mi hermano, estando los dos en el extremo borde de la muerte, si yo puedo pasar este desafío, tú también puedes pasar el tuyo.
¿Por qué lo sé?
Porque a día de hoy, mi hermano tiene 27 años, mide 1’80 m, y el tío va al gimnasio todos los días, y si quiere puede coger en brazos a dos mujeres como yo a la vez. Yo siempre digo que me recuerda un poco al actor Jason Momoa (que dicho sea de paso también es proyector). Mucha gente se lo ha dicho, aunque yo diría que se parece más de cara que de cuerpo. Y cuando llegó a este planeta siendo tan chiquitito, se ahogaba por intentar respirar, de la misma manera que me ocurrió a mí y también me tuvieron que hacer.
Mis padres tuvieron que hacer todo lo que hicieron para salvarlo, y que se hiciera fuerte.
El Cosmos y la vida, son unos Grandes Padres amorosos, y a su manera que no siempre comprendemos de primeras, hacen lo mismo con nosotros 🔥🌹❤️
Aprendí a tener que nadar en enero en el mar, porque muchos desafíos me condujeron a eso, y si no lo hacía, sentía que me moría. Prefería morir de frío, que no de dolor de columna.
A día de hoy, preparo algunos gestos de danza aérea para algo importante. Al estar en un entorno de campo, aprovecho los árboles más grandes para colgarme de sus ramas. Y recuerdo todo esto, al igual que cuando los desafíos se ponen tremendamente serios. Pues yo me lo tomo con filosofía porque si no, me rompería en dos.
¿Duele? Claro, pero compensa.
DE ALGÚN MODO HAY QUE TRAER ENERGÍA E INFORMACIÓN DEL MUNDO ESPIRITUAL 💖
¿Me duele colgarme de una gran rama?
Mucho. Se me saltan las lágrimas y aún escucho el llanto de mi hermano, y el mío. A veces siento que los músculos de mi espalda se me van a desgarrar, y van a salir las alas atravesándome la piel. Pero mi espalda, mis brazos y mi columna están fuertes.
En los primeros siete años tras las hernias discales, pensé que jamás volvería a caminar. Si me hubieran dejado una pistola en la mesita de noche, la habría utilizado ante el insomnio y el dolor.
Cómo cambian las cosas, ¿verdad?
Qué cosas hacemos, y tenemos que hacer los humanos para que las cosas cambien… ¿verdad?
Unas veces hacemos cosas ridículas y extrañas y otras no tanto, pero las hacemos. Y lo importante es que funciona. Y lo que es más importante es que cuanto más desafiante está la situación, lo mejor es no creérsela, por más que duela.
Lo mejor es no perder la esencia de un niño o niña de 9 años en cuanto a esto: no ve el miedo, mientras todos los adultos están con el nudo en la garganta.
Mi primer nombre es Elia. Mi segundo nombre es Rita. Me lo pusieron por Santa Rita, patrona de lo imposible y del matrimonio. Creo que tanto de lo uno como de lo otro puedo aportar bastante. Ebael engloba ambos nombres 🌹
Ya te harás una idea de por qué me pusieron Rita (o Margarita) de segundo nombre, ¿verdad?
¿Cómo calmo mi ansiedad frente a un desafío? Primero me acuerdo de eso, y luego escribo.
Y SIEMPRE CONFÍO.
HAY ALGO MUY GRANDE QUE SIEMPRE NOS SOSTIENE, CARIÑO.

Cuando me dicen que una novela de entre cinco mil y seis mil páginas es una burrada, creo que todavía no han entendido la envergadura de la ansiedad y del desafío que supone cuando prácticamente sólo escribir, el Arte, y el arte de escribir es lo único que calma lo incalmable.
Escribir para canalizarlo, liberarlo, expandirlo y que sea de ayuda a otros, a la primera persona que ayuda es a mí.
¿Dejar a bebés recién nacidos en guarderías? ¿También en vacaciones, y durante toda la infancia?
¿Provocar cesáreas, episiotomías y partos prematuros por sistema?
Lo sé. El sistema está viciado.
Lo sé. Hay que trabajar, pero quiero dar un toque a todos, especialmente a los generadores (y lo digo con sentimiento de causa), que pueden sentirse muy tentados a priorizar el trabajo, muy por encima del cuidado de sus bebés, con las consecuencias y secuelas que tiene sobre todo para ese bebé de por vida.
Todo eso lo sé, pero también sé por experiencia propia que uno puede y que por uno se empieza, y que siempre se puede hacer, cambiar u organizar las cosas de forma que nadie sufra.
Creo que todavía no se sabe el daño que se está haciendo. Sólo lo sabemos los que hemos estado ahí.
Y por eso, me estoy teniendo que meter también en el sistema laboral y financiero, para que las mujeres tengan embarazos tranquilos. Y para que las embarazadas tranquilas no busquen acomodarse todo el tiempo, buscando echar mano a base de epidurales, episiotomías y cesáreas por sistema cuando no es necesario. Y lo mismo digo aquí para médicos, matronas y ginecólogos. Salvo casos muy extremos, por favor. Y además de los casos más extremos ya me estoy ocupando yo, con todo esto que estoy haciendo. Llegará.
Hay formas de tener un parto sin dolor.
Hay formas de prevenir las cesáreas y las episiotomías.
Hay formas de prevenir que un bebé tenga que quedarse en guarderías desde que nace y privarse de ver a sus padres.
Que yo vea la solución desde hace más de dieciséis años no significa que los demás la vean. Pueden verla, yo no soy especial, pero todavía están en la fase espiritual en la que el tiempo se les escurre de las manos.
Parte de mi labor consiste en que muchos se den cuenta de esto a través de la novela.
Curioso, ¿no? Una etapa muy propicia para hablar de hermanos, cuando Júpiter está transitando durante los próximos trece meses el signo de Géminis, amplificando esta energía.
Nunca sabes quién te cuida desde el mundo espiritual. Normalmente sueles ser tú. Es decir, el Ser. Es decir, SOMOS TODOS.
Bueno, compañeros de ruta. Son las 3:00. Ahora ya, puedo marcharme en Paz… a dormir.
Los bebés del mundo me esperan.
NO OLVIDES NUNCA, QUE SIEMPRE ERES SOSTENID@
Gracias por leer, y por tu apoyo 🙏🌹💕
Dulces sueños y «Gran Despertar», Mi Vida
🌹💕🌸
Ebael ❤️
