Si quieres saber más sobre mí, sigue leyendo…

 


MI BIOGRAFÍA

 

MI LLEGADA A ESTE MUNDO

Nací un sábado, 5 de septiembre de 1987, a los 6 meses de gestación, por cesárea y ante una placenta previa, tras haber superado varias amenazas de aborto. Esa fue mi primera y violenta «mudanza» en la que «perdí» el control de mi responsabilidad. Esa fecha fue importante. Iréis sabiendo el porqué más adelante.
No tuve contacto alguno con mis padres hasta que salí del hospital. Al menos contacto físico. En esta foto, que a muchos impactará, se puede ver cómo estaba yo al salir del hospital.
Se puede apreciar la expresión de terror por todo lo vivido. A mí a veces me sigue impactando verme ahí, pero me da fe de que puedo superar mucho más. Mi madre y yo habíamos estado a punto de fallecer cuando yo llegué a este mundo. Yo tenía cicatrices de pinchazos en la cabeza y por todo el cuerpo. Me habían cogido vías en todas partes.
Enlazador de mundos. Seguid leyendo aquí, y la novela Máquinas de Amor cuando esté lista. Ahí entenderéis mucho lo de «Enlazadora de mundos» acerca de mí.
Había permanecido casi cuatro meses en una incubadora, sin más contacto físico que el de estímulos dolorosos (pinchazos, pruebas, monitorización…), plagada de enfermedades por no tener la columna, el tubo digestivo, los pulmones y el resto de mi cuerpo suficientemente formados.
Me moví en medio de continuas paradas cardiorrespiratorias de las que, evidentemente, salí una por una.
En aquella época no se conocía ni se llevaba a cabo el «Método Canguro» (sacar al bebé de la incubadora para ponerlo periódicamente y varias veces al día en el regazo y el pecho de su madre), por lo que poco contacto pude tener con mis padres y con todo el amor que podían enviarme. Ellos y mi familia me veían desde lejos a través de un cristal… pero el amor fue y ES MUCHO MÁS FUERTE.
Así que me fui arreglando y recuperando poco a poco. Todo requiere de un proceso y una gestación que hay que respetar, y si no se respeta, llevará el doble o el triple de esfuerzo, tiempo y energía repararlo.
En la foto de la izquierda estamos mi madre y yo. Es guapa, ¿eh?
Cuando a día de hoy logro mantenerme en alta vibración la mayor cantidad de tiempo que puedo y con intensidad suficiente, el color de mis ojos cambia y vuelve a ese tono verde.
A mi padre y a mí nos dio tiempo a jugar y a hacer algunas gilipolleces. Es bueno que los papás sean divertidos.
Guapo también, ¿verdad? Qué os voy a decir yo…
Siempre me sentí sensible y consciente ante todo. A gran parte del resto de mi entorno, siempre sentí les incomodó muchas veces, hasta el punto en que muchos intentaron cambiarme. Pero esas mismas formas de ser en mí, también los vino muy bien.
Mi forma de llegar aquí, supuso una desventaja enorme para comenzar el viaje de vida, con respecto a otras personas que no tuvieron tantos impedimentos continuos y que nacieron en condiciones «normales». La forma en que uno nace ya condiciona el resto de la vida… para la oscuridad, pero para la luminosidad también. De hecho, creo que a mi tierna infancia ya me empezaba a tomar muy en serio lo de conducir un vehículo grande. Tal vez yo no lo sabía, pero mi Alma sí.
Todas estas experiencias me colocaron en una posición de entrenamiento y finalmente de ventaja, disfrazada de oscuridad, que me hizo siempre ir más allá de todo, hasta obtener una visión muy elevada a medida que avanzo… No sin pagar el precio que implica, claro.

INFANCIA Y JUVENTUD

Fui al colegio y al instituto donde sufrí acoso escolar, algo que ya quedó atrás y que comprendí. También esto forma parte de mis temas de concienciación.
Después fui a la universidad a estudiar Enfermería y especialidades en Emergencias. Y aprendí, pero más de las experiencias que de los libros, aunque siempre diré, que todo es necesario. Después trabajé en varios hospitales, centros de salud y ocasionalmente en el SAMU. Todo durante diez años de un modo activo y extremadamente intensivo, pero por periodos muy cortos de tiempo donde quedaba agotada para el resto del año.
Tardaría menos en deciros los servicios y especialidades por los que no pasé, que por los que sí pasé. Con el enriquecimiento, pero también las secuelas, que eso conlleva.
Cuando no trabajaba en hospitales, hacía cosas creativas, vendía bisutería que yo misma diseñaba y ropa que yo tejía, pasaba consulta de acupuntura en la que me había formado, y si se me presentaba hacer curas a domicilio o poner inyectables también lo hacía.
Al mismo tiempo me formé como profesora de Danza Árabe, para nivel básico e intermedio (posteriormente esto se detuvo) y tuve ocasión de trabajar de profesora dando algunas clases y como bailarina. Resulta curioso poder ver cómo el cuerpo se transforma…
Paralelamente, mi formación oficial y mi formación en terapias naturales, mientras opositaba para sacar una plaza en la Seguridad Social no se detenía. La Seguridad Social es de todo menos segura. Lo que sí era seguro es que me pegaba unas palizas abismales a estudiar y a trabajar para que nunca fuera suficiente para poder vivir tranquila y sin llevar a mi cuerpo al colapso, mientras centenares de personas seguían muriendo cuando esto se podía evitar. La muerte forma parte de la vida pero yo hablo de que aquí morían demasiadas personas a las que no podíamos atender al mismo tiempo por estar sobrecargadas de trabajo.
Esta etapa trabajando en Sanidad me enriqueció mucho, pero paradójicamente el estrés de un sistema sanitario que no se sostiene, y que se supone vela por el cuidado, destrozó mi salud, y toda mi vida.
Los contratos eran precarios y los sueldos no compensaban la excesiva carga de trabajo que aumentaba con el paso de los días. Mi iniciativa, mi dedicación, mi enorme capacidad de trabajo y mi confianza en el sistema, terminaron en un pozo.
Fui una pelota que rebotaba y que el sistema usaba a su antojo. Una y otra vez pasaba por incesantes puertas cerradas donde no se valoraba nada que no fuera un test, un examen puramente mental, para seguir fomentando el ser una máquina a exprimir sin sentimiento alguno. Vi numerosas muertes de personas dentro del corazón del sistema sanitario español, fruto de una cadena decadente de acciones y decisiones de una gran masa de pacientes, profesionales y gobernantes basadas en el pánico, las prisas, la ignorancia y la escasez. ME TOPABA CON UN SISTEMA DE SALUD INCOMPETENTE QUE AÚN HOY NO CUIDA DE SUS MEJORES PROFESIONALES, que se sienten infravalorados en mi país, y en muchos otros.
Lógicamente, nada de eso era mi camino, nada me reflejaba a mí. Por eso me salí, por eso dejé de identificarme con un planteamiento enfermo, disfrazado de salud.
Me alegro de ser una inadaptada social que ha sido escupida de una SOCIEDAD IGNORANTE Y ENFERMA; pues eso significa que tengo cabeza, conectada a mi alma y corazón.
Y ahora sé por qué sucedió todo eso.
Tanto me amo, que sin mi mente saberlo, mi alma me sacó (y me sigue sacando) de todos aquellos lugares que insinuan la más mínima intención de esclavitud, represión, imposición o egoísmo. Yo no sabía nada, pero un poder supremo fruto de mi otra proyección al otro lado, me sacó del dolor. Y fue doloroso. Es lo que tiene salir del dolor. No hubo otro modo al principio. Creí que fue por la desventaja con la que empecé mi vida, pero también era mi ignorancia, y la de todas las personas que formamos el sistema.
Me enseñaron a cuidar, a creerme un Dios de los demás sin serlo, pero no me enseñaron a cuidarme. Es decir, LA SANIDAD ME ENSEÑABA A CUIDAR DE OTROS, SIN MOSTRARME CÓMO CUIDARME YO. Y como era de esperar, yo sola aprendí a bofetadas, hasta que dejó de ser así.
Mi vibración y nivel de evolución eran más densos de lo que son ahora, y todas las experiencias que viví fueron de extremo dolor.
Me formé, especialicé y trabajé en Emergencias y Urgencias. Normalmente estaba metida en circunstancias donde otros se hallaban al límite entre la vida y la muerte. Para los que saben sobre el Kin Maya, el mío es el Águila Planetario Azul, el Mago Galáctico Blanco y el Enlazador de Mundos. Sólo son nombres. Tal vez por esto yo trabajaba y me veía muy envuelta en este tipo de situaciones.
Aún recuerdo lo feliz que me sentí cuando tras reanimar a una persona como una loca y sin parar durante más de diez minutos haciendo compresiones, su alma volvió de vuelta a su cuerpo. Y su mirada, fue uno de los mejores pagos que he recibido en mi vida. Aún recuerdo el nombre de aquel hombre, y cómo pasó de la muerte a la vida. No olvido aún el brillo de sus ojos, ni el ramo de flores que propuso mandarnos a todo el equipo. Normalmente no suelen «volver».
El dinero que ganaba era mucho en poco tiempo, pero el trabajo era extremo y agotador, y no me daba más que para mi formación, gasolina, comida, ropa…etc. No pude en ese momento plantearme vivir ni de alquiler con lo que ganaba yo sola.
Me dejé arrastrar por todos aquellos de mi entorno directo que, desesperados me decían a mí, desesperada, que había que comer y que me metiera donde fuera con tal de sobrevivir. Pero eso fue cuando yo me movía por el miedo.
Ya pasé por eso. Por eso no escucho hoy en día a aquellos que me dicen que deje de escribir, para meterme en trabajos miserables y que atentan contra mi integridad personal, y la de muchos.
Trabajé como cuidadora infantil después de dejar el hospital, al ver que me estaba destrozando el sueño, la alimentación y las relaciones personales, a la vez que no me daba para vivir. Trabajé además en lo que comentaba más arriba. Añadido a la dura tarea de ama de casa con mi madre, donde el trabajo nunca termina y no siempre es valorado.
A raíz de trabajos sanitarios dentro y fuera de hospitales, dentro y fuera del hogar, que no me permitían horarios flexibles para cuidarme; SUMADO a un entorno que no comprendía esto, unido a mi ignorancia de lo que estaba ocurriendo, se creó en mí la enfermedad. Y no leve precisamente.
Arrastré insomnio durante diez años y malos hábitos de alimentación a raíz de hacer turnos continuamente descontrolados, unido a conflictos familiares sucesivos y continuos por no comprender mis necesidades de descanso y de llevar un ritmo muy concreto para poder trabajar.

MUDANZAS EN BUSCA DE UN HOGAR

Ante la incomprensión del entorno familiar, social y laboral, que potenciaba más la incomprensión y la falta de apoyo emocional, me fui de casa con 25 años sin apenas 500 euros en la cuenta y sin saber a dónde ir. Mi pareja de entonces me acompañó y fue el empujón financiero y emocional que necesitaba. Pero no estaba con él por eso, sino por Amor.
Cuanto más apoyo necesité, aquellos a los que yo llamaba amigos de toda la vida me retiraron la palabra, ofendidos por rechazar trabajar en la sanidad española, sólo porque ellos no tenían trabajo y no comprendían que el trabajo a mí me estaba matando hasta el punto de no poder cuidarme yo. Y compañeros de trabajo fueron todavía más duros y severos juzgándome al abandonar la Sanidad. Ya no es que el trabajo no me compensara, es que además me estaba suponiendo un balance negativo ante el cual nadie luego me ayudaba o comprendía a mí. Muchos me pedían ayuda física, pero yo ya no podía dedicar el cien por cien del tiempo a otros, fuera de un trabajo dedicado cien por cien a cuidar de otros. Hubo un momento antes de caer enferma en que sentía que toda mi agenda estaba repleta hacia el cuidado de otros. Sentía que yo no podía ni merecía encontrar ni un segundo para mí. Y QUE ASÍ IBA A SER TODA MI VIDA HASTA MI MUERTE.
Me metí en todos los trabajos que me iban llegando para poder sobrevivir. Con lo que yo ganaba y lo que mi pareja de entonces ganaba, íbamos tirando.
Tras pasar por tres mudanzas y un par de alquileres desastrosos con energías de hogar bajísimas (tengamos en cuenta que en España por aquel entonces la gente estaba tremendamente aferrada a sus propiedades y sólo buscaba ciegamente el dinero sin tener ningún cuidado de los inquilinos o las casas) mi cuerpo y el de mi ex pareja terminaron destrozados de trabajar y de intentar asentarnos sin éxito. Es curioso que casi siempre en aquel entonces los inquilinos buenos daban con caseros malos, y los caseros buenos daban con inquilinos malos. No es como en otros países que llevaban mucho más tiempo por la costumbre de vivir de alquiler y de tratar al personal mucho mejor.

ENCAMADA POR DOS HERNIAS DISCALES

TODAS LAS CONSECUENCIAS DE MI IGNORANCIA Y LA DE LA SOCIEDAD EN LA QUE CONFIÉ, ME PASARON FACTURA EN MI PRIMER RETORNO DE SATURNO (conocida crisis de los 30):
En 2015, a los 27 años, cuando llevaba un poco de tiempo logrando dormir más de cinco horas seguidas, empalmando dos trabajos miserables, una mañana quedé inmovilizada en la cama. El dolor era insoportable. Llevaba con escoliosis desde que nací, y con contracturas en la espalda desde que empecé a trabajar de enfermera dentro y fuera de casa, con veinte años. Lo raro es que hubiera resistido tanto con el ritmo de vida que llevaba. Dos hernias discales lumbares, y otra en curso, más la inflamación simultánea de un pecho y la garganta, entre otras cosas, me mantuvieron encamada e impedida por años. Aquí se puede ver una foto de mi cuerpo trabajado, pero roto por dentro. La columna estaba completamente torcida. A los meses podía caminar apenas.

 

 

 

 

Más adelante, iré aportando más información.

 

Fdo. Ebael

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